Tahrir III: un pueblo que grita libertad

pictEuropa y los Estados Unidos habían apostado con fuerza por los Hermanos Musulmanes en Egipto. Esta relación no se entiende sin considerar los lazos que occidente ha ido tejiendo en los últimos años con Qatar, cuya cadena de televisión Al-Jazira se convirtió en la plataforma mediática fundamental para lograr la simpatía internacional para las rebeliones de Túnez, Egipto y Libia. Qatar es el pilar de la nueva estrategia occidental para luchar contra el terrorismo. El emirato del Golfo debía facilitar la mediación entre los Estados Unidos y los talibanes, entre el gobierno de Jartum y los rebeldes darfuríes, entre Israel y Hamas… Por otro lado, la alianza con Qatar implicaba una significativa inyección económica para las castigadas arcas de los países occidentales: 24 mil millones de libras esterlinas en diversas proyectos en Londres, un fondo de 65 mil millones de dólares para empresarios del corazón de las áreas deprimidas de mayor presencia islámica en Francia, la periferia de Paris, colaboración con el rescate del gobierno griego, adquisición de seis islas griegas, inversiones en Berlín, compra de hoteles, compañías, clubes de fútbol en Europa… Además, un acuerdo con el gobierno norteamericano hizo posible que la base militar situada en Arabia Saudí fuera trasladada al sur de Doha, la capital qatarí.

Y quizás alguno se pregunte, ¿y qué tiene que ver Qatar con los Hermanos Musulmanes de Mursi? Los Hermanos Musulmanes fueron fundados por Hassan Banna en Egipto en 1928 con el objetivo de inculcar el Corán y la Sunna como el «único punto de referencia para ordenar la vida de la familia musulmana, el individuo, la comunidad y el Estado…». Desde su fundación vivieron en la clandestinidad y no dudaban en usar la violencia para conseguir sus fines. Hamas es una criatura de los Hermanos Musulmanes. Los líderes de la organización encontraron refugio en países como Qatar, donde acumularon grandes fortunas que les permitían apoyar la formación de sus miembros. Entre los Hermanos Musulmanes encontramos ingenieros, doctores o arquitectos altamente cualificados. De esta manera, Qatar intentaba ganarse el apoyo de la organización, como hace con otros grupos islamistas, en vistas de un futuro trato ventajoso cuando llegasen al poder. Esta alianza ha quedado patente desde la subida al poder de Mursi, pues su gobierno ha recibido una ayuda de 500 mil millones de dólares para atender sus compromisos financieros. A cambio, Egipto apoyará a un qatarí para la secretaría general de la Liga Árabe y facilitará apoyo “técnico” a la rebelión siria. Además, las inversiones qataríes en Egipto tienen una serie de privilegios en relación a las de otros países extranjeros. Tras haber situado “gobiernos amigos” en Túnez, Libia y Egipto, el próximo objetivo es Siria. Qatar está apoyando a los rebeldes junto con los Estados Unidos.

Cuando la caída de Hosni Mubarak les abrió el camino hacia el poder en Egipto tras años de clandestinidad, los Hermanos Musulmanes llevaban ya algunos años intentado lavar su imagen y habían rechazado explícitamente la violencia. Una vez en el poder, han ido revelando su verdadero rostro, además de la incompetencia administrativa propia de quien jamás ha ejercido tareas gubernativas ni siquiera a nivel local. El gobierno de Mursi entró en conflicto con la jerarquía de la Universidad de Al-Azhar por su visión demasiado moderada del Islam e intentaron sustituirla por una dirección salafista. Al-Azhar, principal punto de referencia teológico para el islam sunnita, ha apoyado los deseos de libertad y democracia del pueblo egipcio y ha emanado diversos documentos considerados inaceptables por los grupos más radicales, últimamente el que defendía el derecho de la mujer al trabajo y al estudio. El documento en defensa de la igualdad de derechos entre hombres y mujeres era una respuesta a las fatuas que trataban de limitar los derechos de la mujer.

En su afán por islamizar cada ámbito de la vida egipcia, el gobierno de Mursi entró en conflicto con el ejército, el poder judicial, los artistas, los periodistas y los escritores. Los intelectuales egipcios llevaron a cabo una sentada ante el Ministerio de Cultura hace unas semanas para frenar el proceso de islamización de la cultura.

Pero el pueblo egipcio se ha levantado y ha dicho basta. La tercera ola de la revolución ha sido encabezada por el movimiento llamado Tamarrud (palabra árabe que significa rebelión). Se pide la dimisión de Mursi y la convocatoria de elecciones. El apoyo popular tan grande a Tamarrud expresa el deseo de un pueblo que se niega a que la religión sea convertida en ideología para subyugar o justificar una dictadura. Hay mucho en juego. Desde mi atalaya en Jartum esperamos con expectación lo que pueda suceder en Egipto, pues sin duda alguna tendrá una fuerte influencia sobre Sudán y los países del entorno.

Jorge Naranjo

Misionero comboniano que actualmente trabaja en Sudán.

Experto en el mundo islámico.


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