Formación

Los LMC damos importancia a nuestra formación. Para ello hemos elaborado un programa por etapas que nos ayuda a que nuestra vida como misioneros laicos se realice en entrega a la voluntad del Señor, nos capacite para nuestro paso por los distintos lugares de misión, y cuide del proceso de crecimiento humano y cristiano de cada uno de los miembros.
La formación como LMC no la entendemos como un mero acumular conocimientos técnicos, teológicos o pastorales (información), sino como atender y acompañar al desarrollo de cada persona en su propio proceso de crecimiento humano y como seguidor de Cristo. La evangelización la hacen las personas que han desarrollado su capacidad de amor humano y entrega al estilo de Jesús, y que tienen una profunda de relación con Dios.
En nuestra formación atendemos al crecimiento humano en las esferas psicológica (madurez humana) y existencial (proyecto de vida, comunidad), a nuestro crecimiento de seguidores de Jesús (proceso de fe, oración, Iglesia), y a nuestro carisma comboniano (la misión atendiendo a la voluntad de Dios, poniendo a la persona en el centro, dirigida los pobres y abandonados; y buscando la justicia, la paz y la integridad de la creación).
Las etapas formativas a las que atendemos son:
1º Acercamiento y discernimiento: acompañar y atender a las personas que se acercan a los laicos misioneros combonianos y que se plantean el pasar a formar parte de nuestro movimiento.
2º Profundización: conocer el LMC como comunidad laical desde dentro y formarse en las
dimensiones humana, espiritual y comboniana.
3º Preparación específica: previa a la salida a una misión concreta.
4º Formación en misión: pues nuestro proceso de crecimiento no debe ser desatendido
durante la estancia en una misión.
5º Retorno y reintegración: los que han vuelto de una misión, precisan tiempo para integrar
todo lo vivido y trasmitir su experiencia en su comunidad LMC, en la Iglesia y en la sociedad.
6º Formación permanente: ya que el proceso de crecimiento y seguimiento de Jesús es para toda la vida. La misma vida cristiana nos propone retos y situaciones nuevas prácticamente cada día.