Buenas noticias. Ascensión del Señor. 12/05/2024

Marcos 16,15-20

Subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios

Conclusión del santo evangelio según san Marcos:

En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos.» Después de hablarles, el Señor Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos se fueron a pregonar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban.

PREGUSTAR EL CIELO

El cielo no se puede describir, pero lo podemos pregustar. No lo podemos alcanzar con nuestra mente, pero es difícil no desearlo. Si hablamos del cielo no es para satisfacer nuestra curiosidad, sino para reavivar nuestro deseo y nuestra atracción por Dios. Si lo recordamos es para no olvidar el anhelo último que llevamos en el corazón.

Ir al cielo no es llegar a un lugar, sino entrar para siempre en el Misterio del amor de Dios. Por fin, Dios ya no será alguien oculto e inaccesible. Aunque nos parezca increíble, podremos conocer, tocar, gustar y disfrutar de su ser más íntimo, de su verdad más honda, de su bondad y belleza infinitas. Dios nos enamorará para siempre.

Esta comunión con Dios no será una experiencia individual. Jesús resucitado nos acompañará. Nadie va al Padre si no es por medio de Cristo. «En él habita toda la plenitud de la divinidad corporalmente» (Colosenses 2,9). Solo conociendo y disfrutando del misterio encerrado en Cristo penetraremos en el misterio insondable de Dios. Cristo será nuestro «cielo». Viéndole a él «veremos» a Dios.

No será Cristo el único mediador de nuestra felicidad eterna. Encendidos por el amor de Dios, cada uno de nosotros nos convertiremos a nuestra manera en «cielo» para los demás. Desde nuestra limitación y finitud tocaremos el Misterio infinito de Dios saboreándolo en sus criaturas. Gozaremos de su amor insondable gustándolo en el amor humano. El gozo de Dios se nos regalará encarnado en el placer humano.

El teólogo húngaro Ladislaus Boros trata de sugerir esta experiencia indescriptible: «Sentiremos el calor, experimentaremos el esplendor, la vitalidad, la riqueza desbordante de la persona que hoy amamos, con la que disfrutamos y por la que agradecemos a Dios. Todo su ser, la hondura de su alma, la grandeza de su corazón, la creatividad, la amplitud, la excitación de su reacción amorosa nos serán regalados».

Qué plenitud alcanzará en Dios la ternura, la comunión y el gozo del amor y la amistad que hemos conocido aquí. Con qué intensidad nos amaremos entonces quienes nos amamos ya tanto en la tierra. Pocas experiencias nos permiten pregustar mejor el destino último al que somos atraídos por Dios.

José Antonio Pagola

«AFRICANAS». Edit. Mundo Negro

«Si la mujer africana dejara de trabajar un solo día, el continente se pararía».

Esta frase apócrifa define el espíritu de este libro, en el que se recogen 50 perfiles de africanas relevantes en sus respectivos ámbitos profesionales. El compendio nace de la sección «Africanas», que la revista MUNDO NEGRO comenzó a publicar en 2020, y se cierra con la historia de Roxane, una congoleña de 14 años que representa el futuro de un continente con claro perfil femenino.

La ruandesa Victoire Ingabire, referente en la lucha por la democracia y los derechos humanos en su país, es la responsable del prólogo, en el que señala: «Estas mujeres, que representan el orgullo de África, nos hacen soñar y trabajar por un futuro radiante del continente en toda su diversidad y complementariedad».

Mundo Negro y Aguiluchos. Mayo 2024

Ya están disponibles las revistas de MUNDO NEGRO y AGUILUCHOS del mes de mayo.

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Buenas Noticias VI Domingo de Pascua. 05/05/2024

Juan 15,9-17

Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud. Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros.»

DEL MIEDO AL AMOR

No se trata de una frase más. Este mandato, cargado de misterio y de promesa, es la clave del cristianismo: «Como el Padre me ha amado, así os he amado yo: permaneced en mi amor». Estamos tocando aquí el corazón mismo de la fe cristiana, el criterio último para discernir su verdad. Únicamente «permaneciendo en el amor» podemos caminar en la verdadera dirección. Olvidar este amor es perdernos, entrar por caminos no cristianos, deformarlo todo, desvirtuar el cristianismo desde su raíz.

Y, sin embargo, no siempre hemos permanecido en este amor. En la vida de bastantes cristianos ha habido y hay todavía demasiado temor, demasiada falta de confianza filial en Dios. La predicación que ha alimentado a esos cristianos ha olvidado demasiado el amor de Dios, ahogando así aquella alegría inicial, viva y contagiosa que tuvo el cristianismo.

Aquello que un día fue «Buena Noticia», porque anunciaba a las gentes «el amor insondable» de Dios, se ha convertido para bastantes en la mala noticia de un Dios amenazador, que es rechazado casi instintivamente porque no deja ser ni vivir.

Sin embargo, la fe cristiana solo puede ser vivida, sin traicionar su esencia, como experiencia positiva, confiada y gozosa. Por eso, en este momento en que muchos abandonan un determinado «cristianismo» –el único que conocen–, hemos de preguntarnos si, en la gestación de este abandono, y junto a otros factores, no se esconde una reacción colectiva contra un anuncio de Dios poco fiel al evangelio.

La aceptación de Dios o su rechazo se juega, en gran parte, en el modo en que lo sentimos de cara a nosotros. Si lo percibimos solo como vigilante implacable de nuestra conducta haremos cualquier cosa para rehuirlo. Si lo experimentamos como amigo que impulsa nuestra vida, lo buscaremos con gozo. Por eso, uno de los servicios más grandes que la Iglesia puede hacer al ser humano es ayudarle a pasar del miedo al amor de Dios.

Sin duda hay un temor a Dios que es sano y fecundo. La Escritura lo considera «el comienzo de la sabiduría». Es el temor a malograr nuestra vida cerrándonos a él. Un temor que despierta a la persona de la superficialidad y le hace volver hacia Dios. Pero hay un miedo a Dios que es malo. No acerca a Dios. Al contrario, aleja cada vez más de él. Es un miedo que deforma el verdadero ser de Dios, haciéndolo inhumano. Un miedo dañoso, sin fundamento real, que ahoga la vida y el crecimiento sano de la persona.

Para muchos, este puede ser el cambio decisivo. Pasar del miedo a Dios, que no engendra sino rechazo más o menos disimulado, a una confianza en él que hace brotar en nosotros esa alegría prometida por Jesús: «Os he dicho esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a la plenitud».

José Antonio Pagola

Celebrando el día de las familias

Celebración del día de los familiares y amigos de la Familia Comboniana en Granada.

La jornada comenzó con una mesa redonda en torno a la vocación misionera en la que participaron el P. Dreyfus, mccj centroafricano; Lilly Navarrete, comboniana mejicana y David Aguilera, LMC español.

Además, tuvimos la oportunidad de celebrar como familia comboniana la renovación de votos de los 9 escolásticos que están estudiando en Granada.

Damos gracias a Dios por este renovado «Sí» y por este encuentro festivo de toda la familia comboniana presente en Granada.