Otro año más hemos intentado animar la campaña del Domund, desde nuestras posibilidades en nuestra ciudad.
Este año el mes se inició con una reunión en la delegación de misiones con algunos de los jóvenes que habían realizado experiencias misioneras durante el verano en Perú y Kenia. Después acudimos todos juntos a la misa de inauguración y a celebrar el día de Sante Teresita del niño Jesús en el convento de la Carmelitas. Fue un bonito momento para dar el pistoletazo de salida a este mes misionero.
Desde la delegación de misiones se organiza cada año el reparto de toda la documentación y el material de la campaña a colegios y parroquias. De esta manera estos pueden llevar adelante la sensibilización en sus entornos. Por nuestra parte siempre nos parece importante dar un plus el intentar hacernos presentes donde nos solicitan a través de la delegación de misiones para dar nuestro testimonio misionero.
Este año hemos participado en dos colegios. Por un lado, el colegio Tabladilla de Sevilla y por otro el Colegio diocesano del Corpus Cristi. Sin duda una realidad social muy diferente, el uno del otro, pero una gran oportunidad para abrir una ventana al mundo y mostrar como se vive en otros lugares.
En esta campaña he aprovechado para hablar de nuestra presencia en Kenia aprovechando la visita reciente de un mes este verano a nuestra comunidad y al grupo LMC de Kenia.
Es muy curioso por un lado ayudar a contextualizar a los niños y niñas donde se sitúa el continente africano en el mundo y la manera particular en la que muchas personas viven en este planeta. Tan diferente a la estamos acostumbrados. Las dificultades, pero también la gran riqueza y lo mucho que aprendemos de ellos.
Por último, el domingo del Domund estuvimos en las misas de la parroquia de Santa Cruz, donde es párroco nuestro delegado de misiones. Ahí pudimos dar también nuestro testimonio como familia misionera, diferente de los religiosos, religiosas o sacerdotes. Al mismo tiempo animando a rezar por las misiones, agradeciendo la generosidad de la comunidad en su aportación cada año al Domund y pidiendo por vocaciones dentro de la comunidad y de nuestras familias y que sepamos acompañarlas. Que el Señor siga animando a nuevas personas a optar por la vida misionera y que nuestras comunidades sigan sosteniendo estas vocaciones y se muestren solidarias con todos los pueblos de la tierra.
Esta Semana Santa hemos tenido la suerte de volver a juntarnos para celebrar el triduo Pascual los LMC de España.
Este año fuimos acogidos por la unidad parroquial de las cinco Villas en la Sierra de Gredos.
Tuvimos la suerte de “estrenar” la casa parroquial de Villarejo del Valle, recién reformada.
Como venimos haciendo los últimos años, hemos optado por celebrar la Pascua con alguna comunidad donde venga bien algo de animación y colaboración con el párroco local que debe atender varias comunidades distantes. En este sentido nosotros nos encargamos de animar alguna comunidad y junto con la misma comunidad celebrar juntos tanto los oficios como algunas actividades.
Este año solo hemos sido 11 porque por diversos motivos a última hora algunos no pudieron participar con lo que hemos vivido un ambiente más familiar si cabe.
Nos hemos sentido muy bien acogidos por la comunidad con la que hemos ido caminado en estos días y entablado muchas conversaciones y compartiendo nuestra fe, aprendiendo mucho de ellas y ellos.
La mayoría del tiempo hemos estado en San Esteban del Valle. El jueves comenzamos con la celebración del amor fraterno. Mucha participación y una eucaristía muy sencilla donde pudimos entrar en estos días tan importantes.
Después nos desplazamos al monumento que estaba en la ermita del centro del pueblo. Como en todos estos días, la bendita lluvia nos ha ido acompañando y no iba a ser menos, así que el traslado del Santísimo se hizo lo más rápidamente posible.
Después regresamos en la noche para la oración en el huerto. Un momento sencillo donde pudimos ir acompañando al Señor con los diferentes pasajes de Evangelio. Revisando momentos similares de nuestra vida. Pudiendo ahondar en ellos e incluso compartirlos entre todos.
El Viernes Santo fue también un día muy importante. Cada mañana comenzamos con un momento de oración en la iglesia de Villarejo, frente a la casa. De manera sencilla y con algunos vecinos con los que nos unimos cada mañana.
Después nos desplazamos a San Esteban para el Via Crucis organizado por la comunidad. Momento muy sencillo y emotivo, cargado de tradición con la carraca y un canto tradicional que iba contando cada estación. Acompañar al Señor en el camino de la Cruz…
Posteriormente, en la tarde, la celebración de la Pasión y Muerte. Austera y sencilla, que nos ayudó a entrar en esos momentos tan difíciles de asumir y entender.
La noche la terminamos en Santa Cruz, donde compartimos la adoración de la cruz con sus vecinos y con el grupo de jóvenes de las cinco Villas que estaba celebrado una pascua juvenil. Un momento que prepararon muy bien y a través de las canciones y los gestos de adoración nos ayudaron a acompañar la muerte del Señor.
El sábado por la mañana nos reservaba otro ratito de oración en Villarejo. Siempre bonito y que también nos permitió conversar sobre la realidad de la unidad pastoral que se está llevando en las cinco Villas, las dificultades y los retos que como Iglesia afrontan, los cambios y la responsabilidad de los laicos en este camino.
Inmediatamente nos desplazamos a San Esteban donde nos juntamos, además de la gente del pueblo, con otros dos grupos que estaban celebrado la pascua por la zona. Compartimos el Camino de Emaús. Escuchamos los testimonios de los discípulos de Emaús, de Pedro, Tomás o la Magdalena en esos primeros momentos de incertidumbre ante la resurrección. De alegría y casi de incredulidad…
Un momento intenso donde aprendimos los unos de los otros y nos enriquecimos compartiendo nuestra vida.
Al finalizar nos desplazamos a Monbeltrán donde nos invitaron a un magnífico arroz con pollo para terminar la mañana.
En la tarde del sábado organizamos un testimonio misionero. Tras varios días con la gente del pueblo muchos se preguntaban quiénes éramos los Laicos Misioneros Combonianos. Así que aprovechamos la tarde para compartir. Isabel y Gonzalo nos hablaron de sus años en Arequipa (Perú), y después tuvimos un bonito debate sobre la vocación laical misionera, y los desafíos de la misma.
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Posteriormente volvimos corriendo para cenar temprano y salir a Monbeltrán donde celebramos la Pascua de Resurrección con personas de la cinco Villas. El párroco quiso hacer una única celebración esa noche tan importante para todos juntos celebrar la Resurrección del Señor.
Fue una celebración muy bonita. El momento del fuego tuvo que ser rápido pues la lluvia hizo acto de presencia como todos estos días, y después pasamos al templo donde cada una había preparado una parte de la celebración. Terminamos con una pequeña fiesta y un compartir.
La mañana del domingo algunos tuvimos que regresar y otros terminaron celebrando la misa de Resurrección con la comunidad de San Esteban. Esta vez la lluvia respetó y pudimos sacar al Señor Resucitado y a su madre.
Queremos agradecer a don Alvaro y a todas las comunidades de las cinco Villas por la acogida recibida. En todo momento nos hemos sentido muy bien acogidos. Cada cual hemos acompañado y animado momentos diferentes y entre todos hemos conseguido celebrar la Resurrección de Señor.
Que el Señor resucitado nos acompañe a todos siempre. Que sepamos ser testigos y llevar su luz a todos los pueblos de la Tierra. Aleluya, Aleluya
Como cada año la ONG de la Iglesia Española Manos Unidas organiza diversas actividades para sensibilizar e involucrar a la sociedad española en la ayuda al desarrollo. En este caso se trataba de una marcha contra el hambre donde niños y mayores corrían para poder financiar varios de los proyectos de esta ONG.
Manos Unidas viene apoyando la labor misionera de la Iglesia en el mundo hace muchísimos años. Y nosotros, como laicos misioneros combonianos, también colaboramos con ella aportando nuestro testimonio en los lugares de misión en diversos actos de esta campaña como en las marchas, en las cenas del hambre o en las parroquias donde se lleva a cabo dicha campaña.
En este caso también se personó el programa Testigos Hoy de la televisión autonómica (Canal Sur) y aprovechó para difundir el evento y hacernos una entrevista que han emitido el pasado domingo.
Os dejamos hoy con esta entrevista donde hacemos un pequeño recorrido sobre nuestra vocación y trayectoria misionera.
Si bien este año la infancia misionera se debería haber celebrado el 15 de enero, en Sevilla no fue posible y se retrasó hasta este pasado sábado 18 de marzo.
Bajo el lema “Uno para todos y todos para Él” se reunieron más de 150 niños y niñas en el colegio Claret.
Esta es una actividad muy cuidada por la delegación de misiones que cada año la prepara con cariño.
Venimos de unos años de pandemia donde no se pudieron realizar de manera presencial pero poco a poco se quieren retomar todo este tipo de actividades y convivencias.
Tuvimos una mañana muy entretenida. Comenzamos con la acogida de los diferentes grupos, provenientes de colegios y parroquias, así como algunas familias que también se acercaron. A cada participante se le dio una chapa de colores que después ayudaron a conformar los grupos donde se integrarían y participarían en los juegos.
La jornada comenzó con un momento de oración, presidida por el delegado de misiones, que incluyó testimonios misioneros y la participación de un grupo folclórico de Nicaragua. Un momento muy importante donde entender el porqué del encuentro, poder conocer la realidad de otros países del mundo y conseguir un tono misionero para toda la mañana.
Después de un rato para desayunar nos dividimos en los diferentes grupos. Cada grupo de niñas y niños se unió a sus monitoras para ir recorriendo los diferentes juegos preparados. En cada juego se le sellaba el pasaporte misionero que les permitía viajar por esto juegos populares que les iban acercando a diferentes personajes misioneros, a conocer más a Jesús a través de pasapalabras misionero, el balón misionero, un rosario con globos o hasta un tik-tok donde cada grupo debía preparar un baile con la canción Alma Misionera.
Lo mejor es que, además de aprender de una manera divertida, todos pudimos hacer nuevos amigos de otros lugares y lo pasamos muy bien. Tras almorzar tuvimos un rato de animación, una rifa con algunas cosillas donadas por los equipos de fútbol de la ciudad y pudimos terminar con un rato de oración. Una oración misionera donde Maricarmen nos presentó la figura de San Daniel Comboni y como en su afán misionero se entregó a los africanos y luchó contra la esclavitud.
Todos terminamos muy contentos por el rato compartido y con ganas de poder celebrar el próximo año una nueva jornada (esta vez sí en enero) y con muchos más participantes.
Un año más la Familia Comboniana de España nos hemos encontrado en Madrid. Vuelve a ser un momento privilegiado para todos. Con algunas incorporaciones nuevas y muchos que seguimos repitiendo.
Me parece que es un lugar privilegiado para todos aquellos que entran en la provincia a comenzar su servicio misionero, una manera de entender como nos relacionamos como familia. Desgraciadamente este tipo de encuentros no es lo común en otros países, pero en España, lo que comenzamos para celebrar juntos el 150 aniversario del Plan de Comboni, se ha convertido en una tradición. Esperamos que esta iniciativa donde todos los religiosos, religiosas y laicos del país se unen cada año se haga extensiva a otros países. Es un bonito momento de reencuentro, de tomar el pulso a cómo vamos caminado en conjunto y de manera particular cada uno y cada una. Siempre he pensado que también es semilla de relación para todos aquellos que partirán a otros países de misión y se encontrarán con otros miembros de la familia comboniana, los vínculos que vamos creando en estos encuentros nos ayudan a crecer como familia.
Como nos recordaba el p Pedro Andrés al inicio de su exposición, en nuestro primer encuentro fue central el redescubrir que Daniel Comboni nos soñó como familia y no como institutos separados. Nos concibió para que desde nuestra complementariedad pudiéramos servir a la misión de la mejor manera posible.
Este año el encuentro se ha centrado en compartir el camino que estamos haciendo a nivel mundial. Se ha aprovechado que se acaban de celebrar los capítulos generales para las religiosas y religiosos combonianos, y también este año se han celebrado las asambleas continentales de los LMC en América y África.
Comenzó el P Pedro Andrés contándonos como se concibió y desarrollo el capitulo de los MCCJ. Un capitulo que tuvo que atrasarse por causa del confinamiento de la pandemia.
Un capítulo bajo el lema “Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. Arraigados en Cristo junto a Comboni”. El P Pedro nos fue desgranando desde los preparativos hasta el desarrollo del mismo en clave de Familia Comboniana. Subrayando los aspectos a su parecer centrales en este sentido.
A destacar la metodología utilizada por la búsqueda de las “semillas de vida” y los sueños que debemos perseguir. Estamos acostumbrados a buscar los fallos y cómo mejorarlos (que también estuvieron presentes), pero él nos insistía en cómo habían querido abrirse al Espíritu Santo y entender, todos juntos, cuáles eran esas semillas del Espíritu y lo que les estaba pidiendo en este momento histórico). Sueños que han tenido que ver con la Espiritualidad, con la comunidad destacando el camino sinodal de discernimiento, el peso en las ruedas de conversación, dando tiempo a escuchar a todos y en todas las lenguas y desde todas las realidades… La importancia de la identidad y la vida comunitaria, o de la formación. El peso muy significativo de la ministerialidad y la nueva manera de entenderla, caminando con el pueblo y recualificando a las personas para estar al servicio de las nuevas necesidades, una ministerialidad de la que partir como Familia Comboniana. Y al final la importancia de la Ecología integral como eje transversal de las iniciativas a tomar.
Por último, nos comentó también los cambios propuestos en la regla de vida, donde reconocen de manera explícita la colaboración con los Laicos Misioneros Combonianos o recalcan la importancia de la comunidad apostólica como lugar de referencia común a la hora de organizar, realizar y evaluar la actividad misionera.
Todo ello nos dio para poder debatir durante por más de una hora, compartiendo, preguntando y agradeciendo al Espíritu por lo mucho soñado y lo bueno por venir.
La tarde del sábado la utilizamos para conocer de primera mano sobre el capítulo de las Hermanas misioneras combonianas. Su exposición comenzó con la canción “Dime como ser pan” y entorno a la misma y la importancia de ser levadura en la masa, nos estuvo desgranando el tiempo de ese capítulo.
El lema el capítulo fue: “Transformadas por nuestro carisma, discípulas misioneras hacia las periferias existenciales”. Como el capítulo partió de la realidad del mundo y las comunidades donde están presentes, como no puede ser de otra manera. Un mundo castigado por la pandemia, por guerras, por el cambio climático… y también un capítulo marcado por la disminución de miembros en el instituto y las previsiones de futuro. Todo ello les ha hecho repensar su presencia y las opciones por una misión significativa con una nueva organización interna.
Con tres ejes centrales: Carisma, Gobierno en sinodalidad y reconfiguración. Que han vertebrado estas reflexiones.
Partiendo del carisma que da luz a toda la reflexión y al trabajo realizado. Carisma que es como la levadura en la masa, que la ayuda a fermentar y le permite subir. Una pequeña cantidad pero esencial y necesaria para el pan sea pan.
El carisma que se hace vida en el fuerte sentido de Dios que lleva a ser misión y no tanto a hacer misión. Encontrando un equilibro entre contemplación y acción tan necesario. Desde la comunidad como cenáculo de apóstoles que necesita renovarse constantemente, una comunidad intercultural e intergeneracional. Y cómo no desde la pasión por la misión, como la pasión de San Daniel Comboni que sigue animando y dando vida en la familia comboniana.
En segundo lugar, nos habló del gobierno en sinodalidad, con la importancia de la misión, de la formación y también del cuidado de las hermanas mayores y enfermas (que son muchas en el instituto). Un gobierno que pueda hacer frente a los desafíos que se plantean en los próximos 6 años.
Por último, también nos comentó sobre la reconfiguración. Entendiendo que el modelo hasta ahora mantenido ya no es viable. Con valentía proponen una nueva reorganización pasando de 19 circunscripciones a 6. Una agrupación de países que permita una mayor corresponsabilidad, reparto solidario de recursos y complementariedad en el servicio misionero.
Peo como todo cambio también reconocen las resistencias que puede provocar y la incertidumbre que ocasiona. Pero sin duda confían en la intuición del Espíritu en el mismo. Un cambio que también necesitará de una formación a todas las hermanas que permita asumir este proceso y finalmente seguir saliendo a las periferias existenciales a las que se sienten llamadas, a los servicios con los pueblos indígenas, los migrantes, la trata de personas, etc.
Una bonita oración nos ayudó a cerrar la jornada en comunión.
El domingo comenzamos la jornada rezando juntos para dar paso a la presentación de los LMC.
En un primer momento Isabel como coordinadora del equipo coordinador de España nos habló de la pasada asamblea, del cambio de equipo y de los desafíos que se tienen a nivel de España. Comprender cuántos somos y dónde estamos presentes. Entender las actividades que hacemos como grupo, pero también las presencias que cada uno tiene en los diferentes lugares donde estamos. Todo ello es central para tomar el pulso a nuestro ser LMC en España.
Después tuve tiempo de compartir los encuentros celebrados este año a nivel continental en América (Lima-Perú) y África (Cotonou-Benín).
Lo importante creo que no fue traer sólo lo acordado en los encuentros sino sobre todo dar a conocer la riqueza y las debilidades de nuestros LMC en estos dos continentes.
En primer lugar, hubo tiempo para presentar brevemente la realidad de los diferentes países de américa y poder así contextualizar el encuentro celebrado en septiembre.
Sin duda alguna la pandemia, por la que se tuvo que postponer este encuentro, ha marcado mucho la vida de la gente, y cómo no la de nuestros grupos. La imposibilidad de reunirnos como grupo hizo que la actividad se ralentizase. Cada uno en su casa. Después tener que atender a las necesidades familiares y de la comunidad. Muchos de nuestros grupos han estado siendo organizadores de las comunidades y facilitadores de ayuda para las mismas, como la creación de ollas comunitarias que han permitido salir adelante a tantas gentes. Después poco a poco comenzamos a usar los medios online para comenzar a rezar juntos, a compartir, a reorganizarnos, formarnos y salir adelante.
El lema del encuentro fue “Unidos para una iglesia sinodal al servicio de la misión”. El encuentro tuvo momentos privilegiados para compartir lo que cada grupo ha ido trabajando y viviendo en estos años, tuvimos momentos de formación conjunta donde analizar la realidad de América y la necesidad de la ministerialidad y el peso de los temas de JPIC en nuestras dinámicas.
También fue importante destacar los momentos de oración y celebración de la eucaristía juntos, sin los cuales no podríamos entender el mismo encuentro y la importancia de la presencia del Señor en el mismo. Cada día, y preparado por un país para ayudarnos a entrar en lo que íbamos compartiendo y analizarlo a la luz de la Palabra, pidiéndole al Señor por su inspiración y acompañamiento.
También hubo tiempo para compartir la cultura, gastronomía y fiesta propia de nuestros pueblos americanos.
Al final el documento resultante del encuentro es corto y fácil de leer. Pero lo realmente interesante es el impulso que cada grupo LMC de américa ha recibido, el reforzar que no somos grupos aislados, sino que pertenecemos a una familia LMC internacional y que entre todos y todas estamos llamados a llevar adelante la misión. Comprometiéndonos con esa labor común, procurando nuevas vocaciones, fortaleciendo nuestra formación e incluso apoyando económicamente a esta misión que llevamos a adelante entre todos.
Un momento privilegiado que seguimos dando continuidad con formaciones comunes para todos los LMC del continente como la realizado hace poco por el P. Rafael González Ponce con el título “Hacia una Iglesia sinodal en salida a las periferias”.
Después pudimos continuar conversando del encuentro africano. En cierto modo semejante al de América, con un contexto de post pandemia y de los mucho que esto ha afectado en los diferentes países y a nuestros grupos en particular.
También un tiempo privilegiado donde reflexionar del camino que vamos realizando.
Los dos encuentros continentales han sido especialmente importantes para los nuevos grupos que participaron por primera vez en este tipo de encuentros, como en el caso de Chad o Kenia. Son grupos que llevan tiempo trabajando a nivel del país pero que el encuentro con LMC de otros países les ayuda a crecer en su vocación LMC, nos ayuda a todos, a descubrir la riqueza de la misma, la corresponsabilidad en la misión y la importancia de la aportación de cada uno desde su realidad.
El encuentro africano también destacó por la particularidad del continente, por la evaluación de nuestras presencias misioneras internacionales o la realidad de una iglesia africana que todavía tiene mucho camino por recorrer para estar plenamente inculturada y la necesidad que nosotros como laicos comprometidos e identificados con nuestra fe ayudemos en este proceso, en la reflexión y práctica.
Creo que traer el día a día de nuestra gente en América y África (algunos también españoles, como no) nos ayudó a conocer mejor nuestra vocación y la expresión de la misma en el día a día.
Para finalizar el encuentro tuvimos unas palabras de los responsables de las tres ramas participantes, animándonos a seguir en este empeño de familia.
Finalmente, todos juntos, subimos a celebrar la eucaristía como familia. En la misma tuvimos un momento especial para el p Pedro Andrés que después de estos años como provincial en España parte para Perú. Con este momento de agradecimiento y envío como familia terminó este bonito fin de semana que nos devuelve a cada uno a su rincón de España con mucha energía y convicción misionera, confirmados en el carisma que hemos recibido y la alegría de compartirlo con los demás miembros de la familia.
Un cordial saludos para todos, Alberto de la Portilla (coordinador del Comité Central LMC y miembro LMC español).