Apoyo a los Derechos Humanos y el medio ambiente

REDES.- Más de 160 líderes religiosos de todo el mundo se suman a la petición a los legisladores de la Unión Europea para adoptar un marco legal sólido para responsabilizar a las empresas por daños ambientales y abusos contra los derechos humanos.

La declaración, impulsada por la plataforma CIDSE, incluye la firma de responsables de los Laicos Combonianos, Hermanas Combonianas y Misioneros Combonianos, así como numerosos apoyos de superiores provinciales de 13 países. Refuerza así el compromiso de la Familia Comboniana en la defensa de las comunidades vulnerables y el medio ambiente, en el espíritu del Pacto Comboniano por la Casa Común.

Coincidiendo con la carta desde las organizaciones de la sociedad civil latinoamericana, estos líderes elevan una declaración para insistir en la necesidad urgente de una economía global sostenible y justa, en la que es crucial el proyecto de directiva de debida diligencia empresarial sostenible de la UE para salvaguardar los derechos humanos y el planeta. Esta declaración refuerza la que hicieron 230 obispos católicos (7 de ellos combonianos) al iniciarse el trámite de esta directiva en 2020.

Entre las demandas planteadas, destaca la responsabilidad civil. Para los líderes religiosos, “cuando las corporaciones causan o contribuyen al daño, no se debe esperar que las víctimas lleven la carga de la prueba”. Piden al Parlamento, el Consejo y la Comisión de la UE que presten especial atención a los pueblos indígenas, las mujeres y los defensores de los derechos humanos y del medio ambiente que son los que más sufren los abusos de las empresas. 

«Estoy convencido de que no solo debemos proteger a los pueblos indígenas y otros de los abusos corporativos, sino también a todas las criaturas, particularmente en vista de la pérdida de biodiversidad que aumenta rápidamente.» declaró Kees Nieuwerth, cuáquero y ex vicepresidente del Consejo de Iglesias de los Países Bajos.  

Los líderes religiosos del Sur Global a menudo están cerca de las comunidades que experimentan de primera mano los devastadores impactos de las actividades corporativas, especialmente cuando los grandes proyectos extractivos o agroindustriales violan sus derechos. Nos lo recordó Mons. Jesús Ruíz en su reciente visita, o el también comboniano Dario Bossi, que vive en la comunidad de Piquiá-Açailândia donde acompaña junto a nuestro LMC Xoan Carlos las luchas de la población frente a los abusos de la minera Vale.

Otro de estos pastores es Don Vicente Ferreira, que nos visitó el año pasado para denunciar el sufrimiento de su comunidad de Brumadinho, víctima del hundimiento de una represa de la misma empresa minera Vale. Las reiteradas amenazas que ha recibido por su posicionamiento le instaron a aceptar un nuevo destino como obispo de Bahía, lejos de Brumadinho.

“Este es un llamado a proteger a las personas y al planeta, viviendo nuestra fe en relación con toda la creación de Dios. Debemos alzar las voces de las bases y llevarlas a la mesa de quienes toman las decisiones” declaró el Sr. Maamalifar M. Poreku, Co-Secretario Ejecutivo de la Comisión JPIC (Justicia, Paz e Integridad de la Creación de la USG y UISG. Recordó las palabras de un campesino de Apurimac en Perú, expresando el sentimiento de muchos de los que enfrentan impunidad: “¿Tenemos que morir para que nuestro país tenga dinero?” y quien agregó “¿La gente tiene que morir para que las empresas ganen dinero sin pensar en el planeta y las personas?”.

La Directiva de Debida Diligencia de Sostenibilidad Corporativa se encuentra actualmente en las negociaciones finales, que deberían concluir a finales de año, por lo que la presidencia de turno del Consejo de la Unión Europea que ostenta España debe ser decisiva.  

“Nuestra tierra en África se ve amenazada a diario por las actividades corporativas  a menudo vinculado a empresas en las partes más ricas del mundo. Necesitamos que la UE asuma sus responsabilidades y acuerde una ley fuerte”, dijo Stephen Dami Mamza, obispo de Yola (Nigeria), presidente de la Comisión de Justicia, Paz y Desarrollo de SECAM.

«Esta importante declaración no puede ser ignorada por los tomadores de decisiones. Los grupos religiosos se están uniendo a decenas de miles de ciudadanos, grupos de la sociedad civil y sindicatos para pedir una Directiva fuerte”, dijo Josianne Gauthier, Secretaria General de CIDSE. “Somos una familia humana, todos interconectados y parte integral de la Creación, reconocer este hecho es crucial para construir un sistema económico sostenible. Juntos, podemos marcar la diferencia y cambiar la economía global para mejor«, añadió.

¡¡ BASTA !!

libia refugiados 1 Los movimientos migratorios se han dado en todas las épocas y han ido diseñado y modificando la historia del mundo y la historia de cada ser humano. Si llegáramos a conocer nuestro árbol genealógico a través de los siglos, seguramente reconoceríamos que todos nos hemos “movido” de sitio.

En este momento estamos asistiendo desde la cercanía-distancia que nos proporcionan los medios de comunicación a un movimiento, de Sur a Norte en Europa, de cientos de miles de personas que se deslizan como una marea huyendo de su país, su familia, sus costumbres, su cultura y su propia historia.

Huyen por diferentes causas que se pueden englobar en dos: el hambre y la violencia, que son lo más antidemocrático que le puede suceder a un ser humano.

A unos les llaman migrantes y a otros refugiados, tienen diferente status para ser acogidos o no en las legislaciones de los países a donde van llegando. A mí me parecen sencilla y tristemente personas en peligro, mi prójimo pidiendo auxilio: ¡S.O.S.!

No llevan equipaje ni coche propio, son carne de cañón para embaucadores, traficantes y bandas organizadas que comercian con el engaño y el horror.

Quienes huyen del hambre y la violencia van armados, portan solamente un arma: sus pies. Arma que, obediente al instinto de supervivencia, se pone en marcha hacia la Tierra Prometida del Norte.

El Mediterráneo como cementerio acuático responsabilidad, al parecer, de los países limítrofes de la Unión Europea (España, Italia, Grecia). El paso de Calais (Francia) para alcanzar la otra orilla, ante los ojos sobresaltados de los que miran al otro lado. Un camión frigorífico destinado al transporte de carne de pollo como sarcófago comunitario aparcado en el arcén de una autopista (Austria)… Cientos de personas se van expandiendo como una mancha de petróleo sobre el mar que no sabe de rejas ni concertinas.

Cuando el hambre, la violencia, las guerras, la inseguridad y la pérdida de todo es lo que queda, el ser humano se pone a andar. Ese es su arma; no dispara pero va dejando  huellas, surcos y rastros del dolor, el sufrimiento y la muerte, esa es su munición.

Si desde los organismos internacionales no hay voluntad o capacidad para adentrarse sin hipocresía en el meollo de lo que provoca estos movimientos migratorios, estamos todos en grave peligro.

Se acerca una fecha, el 11-S, que puede ser un momento de reflexión para hacer un recorrido de los años que han pasado desde aquel espantoso ataque donde murieron tantas personas. Reflexión encaminada a poner los ojos en la realidad del problema migratorio consecuencia del desequilibrio económico, político, de corrupción e hipocresía que marca las relaciones internacionales. El punto de partida donde incidir para esta reflexión podría ser el tema económico. Nada sucede sin que el dinero circule. En el uso del dinero se encontrarán pistas para ahondar en la raíz de los acuciantes problemas que sufre el mundo.

Cuando mires al inmigrante que te pide en el semáforo amplía el perímetro de tu mirada y pregúntale de qué país llegó y cómo accedió al tuyo. Luego, con mucho respeto, escucha, si es que esa persona quiere compartir contigo, la problemática que le hizo ponerse en marcha.

He ido al evangelio a ver qué diría Jesús: “Fui extranjero y me acogiste” (Mt 25,35). Quien acoge vela por la persona que llega a su casa, a su vida. No es sólo darle de comer, beber y cama; es también cercanía, conversación y consuelo. Para eso hay que estar abierto y tener un grado de empatía como el que Jesús tenía. Y también abrirse a los problemas que pueda traer la denuncia de la injusticia que provoca todo esto.

No nos quedemos espantados e inmovilizados por la impotencia que supone no saber qué hacer en casos como los que estamos viendo relacionados con las personas que huyen de sus países de origen. Hay que transformar esa impotencia: yo me puse a escribir. Si al menos una palabra, aunque sólo sea una, sirve como denuncia, esta es la que propongo: ¡Basta!refugiados02

Publicado por MARI PAZ LÓPEZ SANTOS en Eclesalia