Foro Comboniano de Ecología Integral

Al inicio de la Semana Laudato Si’, hemos participado en el Foro de la Ecología Integral de la Familia Comboniana en América: Hacia la conversión ecológica misionera. Más de 75 personas, hermanos, sacerdotes, hermanas y laicos combonianos hemos compartido la tarde on line para concienciarnos sobre el trabajo en Ecología Integral como parte de la llamada misionera. Una jornada de intercambio de trabajos, desafíos, propuestas y estrategias para crear conciencia frente a la emergencia y urgencia planetaria por la grave degradación ambiental, así como las grandes desigualdades que afectan a la humanidad entera.

Animados por el Pacto por la Casa Común realizado durante el Sínodo de la Amazonía 2019, la Familia Comboniana promueve el Pacto Comboniano por la Casa Común, que Dario Bossi (comboniano participante en el Sínodo Amazónico) pone en contexto en este artículo. Este pacto nos invita como misioneros a cultivar dos dimensiones complementarias: la reflexión (estudio, oración…) y las actitudes y gestos concretos, y recibió un fuerte impulso durante el Foro Social Comboniano en Belém (Brasil) de 2022, en el que se destacó la resistencia de indígenas, mujeres y jóvenes ante el acoso a la Casa Común en diversas modalidades.

Durante el encuentro, Juan Goicoechea nos presentó el trabajo del centro Laudato Si‘ de Lima, como centro de formación, investigación y proyectos. Se está organizando una Escuela de formación en Ecología Integral para los agentes de pastoral, tanto combonianas como diocesanas. Se ha elaborado el libro Esta tierra está en tus manos para formación de jóvenes. Dos proyectos de producción sostenible están en marcha: el de apicultura (que protege la biodiversidad frente al monocultivo industrial), y la exportación a Europa de café orgánico.

M. Odile presentó por su parte el Centro Misionero Laudato Si‘ de Kinsasha, que busca interiorizar los planteamientos de Laudato Si’ y poner en común iniciativas para promover el Cuidado de la Casa Común. Entre sus actividades destacan los encuentros anuales, que suponen un intercambio entre instituciones civiles y la administración. Estuvieron presentes en el X Fospa (Foro social panamazónico). Odile destacó que este centro es oportunidad de cuestionar la pastoral eclesial y promover el trabajo conjunto entre laicos y religiosos, promoviendo la ciudadanía ecológica crítica en defensa de la casa común. Se encarga de divulgar los contenidos de la encíclica en un lenguaje sencillo, y llevar la educación ecológica a los centros educativos públicos y privados.

En la comisión organizadora de este evento participa Flavio Schmidt, LMC brasileño que ha trabajado los últimos años en Piquiá (Maranhao) junto al LMC español Xoan Carlos Sánchez. Esta comunidad continúa sufriendo la contaminación minera y es símbolo de resistencia y defensa de la Casa Común y los Derechos Humanos.

Ecologismo de frontera

laudato-siPublicado por GABRIEL Mª OTALORA en ECLESALIA,

Leí hace algún tiempo a González Faus una reflexión sobre que los obispos del s. XXI deberán ser hombres de frontera y no hombres de barreras. Esta es la actitud que ha tomado el obispo de Roma, a la sazón papa Francisco, al escribir su primera encíclica centrada en el problema ecológico que le hemos creado a nuestro planeta y sobre el cuidado de lo que él llama “la casa común”.

En una primera lectura, me quedo con su escritura diáfana y clara, alejada de otro tiempo en el que las encíclicas eran para iniciados en teología y que además estuvieran familiarizados con el lenguaje formalista y curial; el texto que nos ocupa es accesible a cualquier laico -incluido el precio, que no llega a tres euros- por lo directo y de difícil doble interpretación. En su llamada de atención, el papa recuerda textos de los papas anteriores denunciando este problema estructural, a los que desborda por cantidad y claridad hasta el punto de haber incomodado ya a algunos que se dicen cristianos. Francisco nos señala que muchos de los esfuerzos por buscar soluciones a la crisis medioambiental y al agotamiento de los recursos naturales se frustran no solo por el rechazo egoísta de los poderosos sino, atención, “por la falta de interés de los demás”; es decir, de los cardenales, obispos y de todos nosotros.

Francisco analiza una realidad incómoda para quienes vivimos en el Primer Mundo abusando de una huella ecológica varias veces superior a la que nos podemos permitir, al tiempo que señala a los que más pierden, que son los desheredados de la Tierra como un sinónimo de los predilectos del Maestro; y les hemos apartado de una vida digna por nuestras prácticas del consumismo extremo y selectivo de una minoría consumista que entre otras cosas nos permitimos desperdiciar casi un tercio de los alimentos. Por eso afirma que frente al cambio climático, hayresponsabilidades diversificadas (sic) donde los pueblos más vulnerables deben ser objeto de atención prioritaria.

Recuerda con valentía el sometimiento de la política ante la tecnología y las finanzas que logran que el interés económico prevalezca sobre el bien común. Escribe desde la esperanza -“el amor social”-, la necesidad de diálogo en serio y la educación porque lo cierto es que el actual sistema mundial es insostenible desde diversos puntos de vista. Dedica un capítulo entero a “la raíz humana de la crisis ecológica” donde la ciencia y la tecnología no son neutrales en nuestra cultura del relativismo. Él lo resume en una idea troncal muy clarificadora de que no hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental que incluye también a la ecología de la vida cotidiana.

El papa echa en falta con urgencia la presencia de otra globalización que tenga una  visión de futuro en la que emerja una verdadera autoridad política mundial sin recetas uniformes y no, añado yo, el poder omnímodo de la codicia que todo lo envenena. Reitera lo contrario de lo que hoy es la hoja de ruta bendecida por no pocos católicos: la política no debe someterse a la economía  y ésta no debe someterse a los dictámenes de la tecnocracia. Llega a proponer que tenemos que convencernos de que desacelerar un determinado ritmo de producción y de consumo puede dar lugar a otro modo de progreso y desarrollo. Exactamente lo contrario al modelo de globalización materialista que llevan con mano de hierro el Banco Mundial, el FMI, la troika, los mercados, los actuales dirigentes de la UE, de Estados Unidos, de España…

Naturalmente que también nos habla de Dios y de Francisco de Asís (el título de la encíclica es una alabanza que cantaba el santo) afirmando que la espiritualidad cristiana propone un modo alternativo de entender la calidad de vida capaz de gozar profundamente sin obsesionarse por el consumo, convertido en el modelo omnipresente y obsesivo actual. Nos habla del amor social como fuente del verdadero desarrollo más humano, más digno, en suma más cristiano. Acaba la encíclica con dos bellas oraciones acordes con la sensibilidad ecológica.

En definitiva, estamos ante un análisis en clave de denuncia profética pero que no ha querido cargar sobre los posibles culpables o responsables (en alguna medida todos lo somos) sino en la urgencia de mirar el mundo con una mirada diferente, responsable y madura, sintiéndonos amados por el amor del Dios de la vida y por el sufrimiento de la mayoría de los seres humanos como sufridores que son del grave atentado estructural a nuestra ecología. A quien le piquen las palabras del papa, lo mejor es que se rasque la conciencia.