La Navidad nos llama al encuentro

Alegraos porque Dios ha querido venir a nuestro encuentro.

En la parte más remota del Imperio Romano, Dios quiso hacerse humano para acompañar nuestra carne, nuestra fragilidad.

El nacimiento de Jesús ilumina las tinieblas del sufrimiento del mundo. No es una luz que deslumbra y lo resuelve todo con un milagro. No ilumina de día, sino que sirve para vislumbrar los rasgos del camino1 en la noche, cuando todo es incierto. En los conflictos abiertos como Sudán o Tierra Santa, la familia comboniana sostiene la Esperanza, cultivando con paciencia la mística del encuentro2. Nos hablan de una reconciliación que pasa por la re-humanización del otro, volver a ver como persona a aquel que nos confronta.

Este testimonio misionero nos llama a construir caminos de encuentro en nuestro día a día. En nuestra sociedad se justifica la desigualdad extrema y la descalificación violenta del que piensa distinto. La Navidad nos llama como misioneros a construir, con creatividad, nuevos espacios de escucha, de diálogo, de dignidad, de encuentro.

  1. Mensaje de Navidad del Consejo MCCJ ↩︎
  2. Boletín En Diálogo, Misioneras Combonianas, diciembre 2023 ↩︎

Foto: Encuentro LMC-Africa 2017

Pacificar el ambiente

PACIFICAR EL AMBIENTE
Obras de misericordia social

 

Paz...Desde que el Papa Francisco inauguró el Año de la Misericordia en el mes de diciembre se están refrescando en el ambiente cristiano lo que todos sabíamos por las enseñanzas recibidas en la catequesis y recordadas hasta con aquellas musiquillas que nos hacían más fácil recordar largas listas cuando éramos pequeños.

Las pongo aquí para contribuir a la difusión iniciada por el Papa, compartiendo pequeños comentarios de lo que me provoca cada una. Después, con todo respeto, explicaré y animaré a la acción de lo que he llamado una obra de misericordia social.

Obras de misericordia espirituales:

  • Enseñar al que no sabe, y tener la suficiente humildad de aprender del sencillo e instruido por la vida.
  • Dar buen consejo al que lo necesita, o sencillamente dar nuestro tiempo gratis para escuchar a quien lo necesita.
  • Corregir al que yerra, siempre y cuando mis propios errores me hagan bajar a comprender el error del otro.
  • Perdonar las injurias, con amor y humor, sin que te echen a perder tu autoestima. El que injuria puede necesitar tratamiento de profesionales en psicología.
  • Consolar al triste, con escucha, abrazos, pañuelos.
  • Sufrir con paciencia los defectos del prójimo, o lo que creo que son defectos: en la familia, al jefe, al compañero trepa o plasta en el trabajo, al vecino, etc.
  • Rogar a Dios por los vivos y las almas perdidas, aplicando la oración por los vivos que son los que más lo necesitamos, seguimos sin ver claro. Lo de las almas perdidas me crea confusión, pues Dios es infinitamente justo y pero también misericordioso. Releo aquello de “la misericordia se ríe del juicio” (Sant 2,13) y sé que Dios resuelve infinitamente.

Obras de misericordia corporales:

  • Visitar y cuidar a los enfermos, especialmente a los de larga duración, a los que no tienen quien los visite, los que sólo puedes hacerles una caricia porque ya no te reconocen.
  • Dar de comer al hambriento, al que tenga cerca pero con la vista puesta en que más de dos tercios de la humanidad está en situación de hambre y necesidad de todo tipo.
  • Dar de beber al sediento, lo mismo que la anterior.
  • Dar posada al peregrino, al refugiado político que huye de situaciones de conflicto y muerte;  al inmigrante que huyen por motivos de supervivencia económica… ellos son más que peregrinos.
  • Vestir al desnudo: desde esta parte del mundo parece imposible que alguien pueda estar desnudo de vestido, con la gran producción de moda que nos caracteriza.
  • Liberar al cautivo, ayudándole mientras cumple condena y procurando que se libere de lo que le tiene preso interiormente.
  • Enterrar a los muertos… pienso en el  mar Mediterráneo convertido en un cementerio acuático en el que siguen muriendo seres humanos que no logran llegar a las fronteras de Europa.

Si se pusieran en práctica las catorce Obras de Misericordia que propone la Iglesia, el mundo sería una balsa de aceite; la calma y la alegría reinarían por doquier y el mundo sería un recinto fraterno donde todos los seres humanos sin distinción de raza, cultura, sexo o religión viviríamos en paz y sin sobresaltos.

Pero como la realidad es bastante distinta reflexionaba con mi grupo de oración hace unos días sobre este tema: estamos demasiado expuestos a los medios de comunicación, olvidamos porqué suceden las cosas y la trayectoria que siguieron hasta llegar al punto actual. No escuchamos al que tiene otro pensamiento, otra ideología, etc.

Peligroso es que entre los mismos grupos cristianos haya confrontaciones que derivan de la política, la crisis, de las ideologías… Peligroso es que el miedo se inyecte en la vida de unos y otros y vivamos en permanente estado de debate.

Propuse en mi grupo que nos empeñáramos en pacificar el ambiente. Romper el estado de debate alrededor de una taza de café y queriendo arreglar el país, el mundo, la Iglesia… Romper la confrontación escuchando a los otros desde una dimensión que, reconozco, es complicada, pero habrá que intentarlo: ver al otro como alguien al que tengo que escuchar. Escuchémonos.

Así que propongo una obra de misericordia social: pacificar el ambiente. Ya sea en casa, con los amigos, en el trabajo, en el grupo de la parroquia, en la reunión de vecinos, en la del colegio de los niños, en el gimnasio, en la universidad, en el supermercado… ¡Venga, pacifiquemos el ambiente, con creatividad, como esas pequeñas flores que crecen en terrenos hostiles!

Personalmente, lo voy a intentar aunque sólo sea, en principio, por lo que mi propio nombre indica.

Publicado por MARI PAZ LÓPEZ SANTOS, pazsantos@pazsantos.com  en Eclesalia.net 

Islam no es terrorismo

 Autoridades musulmanas del mundo han condenado la cadena de atentados que tuvo lugar en París provocando la muerte de al menos 130 personas y heridas a otras 352. La censura fue compartida por las diversas ramas del islam, tanto la chií como la suní, a la que pertenece el autodenominado Estado Islámico, que se atribuyó la autoría de los ataques este sábado. Asimismo, la mayoría de los partidos políticos islamistas con vocación institucional también han deplorado la tragedia que golpeó a Francia.

Respecto a los fieles alrededor del mundo, miles de musulmanes -a través de redes sociales- hicieron sentir su pesar por lo ocurrido y expresaron no sentirse identificados con los actos de violencia, más bien señalaron que siguen El Corán de forma pacífica. En Twitter se manifestaron utilizando el hashtag #TerrorismHasNoReligion (el terrorismo no tiene religión) y #MuslimsArentTerrorist (los musulmanes no son terroristas). Aquí una recopilación de mensajes y reflexiones que, además de marcar posturas frente a la violencia y el terrorismo, pretenden dar luces sobre algunas nociones que se prestan a confusión por el común de las personas.

Las autoridades musulmanas condenan la masacre de París

El gran jeque de Al Azhar, Ahmed Tayeb, la institución teológica más prestigiosa del islam suní con sede en El Cairo, ha expresado su más profunda “indignación” y ha calificado los atentados perpetrados en nombre de la religión de “odiosos y horribles”. Además, en el transcurso de una conferencia islámica celebrada en la ciudad egipcia de Luxor ha añadido que “el islam es inocente” y ha instado a los dirigentes mundiales a cooperar para derrotar “este ogro rabioso del terrorismo”.

Por su parte, el muftí de Egipto, Shauqi Allam, ha condenado unos ataques perpetrados contra “inocentes”. “Los musulmanes de todas partes del mundo consideran estos actos terroristas una acción criminal que se contradice con los preceptos religiosos y humanos y merecen las máximas penas en la vida y en el otro mundo”, ha agregado en un comunicado el muftí, la más alta autoridad islámica del país de los faraones. Además, ha instado al Gobierno francés a “tomar las medidas de seguridad” para proteger a la comunidad musulmana que vive en Francia contra toda posible agresión.

El Alto Consejo de los Ulema de Arabía Saudí, el órgano representativo de los clérigos del país donde se encuentra La Meca, la ciudad santa del Islam, se ha sumado también al coro de condenas. “El islam no condona las acciones del terrorismo, acciones contrarias a los valores de piedad que transmite al mundo”, reza un comunicado oficial del Consejo, que insta a combatir el terrorismo a partir de “una postura moral unida que no haga diferencias entre terrorismos”. Este órgano ha sido a menudo acusado de defender y exportar una visión ultraconservadora del islam.

Las condenas sin paliativos también han llegado de la rama chií del islam, a menudo víctima de los azotes del yihadismo de inspiración suní del autodenominado Estado Islámico. El presidente iraní, Hasan Rohani ha descrito los hechos de París como “crímenes contra la humanidad”. “En nombre del pueblo de Irán, que también ha sido víctima del terrorismo, condeno profundamente estos crímenes contra la humanidad y ofrezco mis condolencias al pueblo francés afligido y a su Gobierno”, ha expresado en un comunicado Rohani, un clérigo que tenía previsto visitar París el domingo, pero ha optado por suspender su visita.

Los partidos políticos islamistas con vocación de participar en las instituciones democráticas también han denunciado sin ningún tipo de ambigüedad los atentados de París. El partido tunecino Ennahda, que participa en la coalición gobernante, transmitió su pésame al pueblo francés e insistió en que el terrorismo “denigra la imagen y todos los fundamentos del islam”. “Condenamos de forma contundente los atentados contra civiles inocentes en cualquier lado, ya sea por individuos, grupos, o Estados. Condolencias a las víctimas de las familias. #Paris attacks”, rezaba un mensaje de Twitter publicado por el departamento de comunicación de los Hermanos Musulmanes, el principal movimiento islamista egipcio, actualmente ilegalizado.

Los ulemas de todo el mundo recuerdan que el Islam prohíbe “matar a inocentes”

Este miércoles, más de 120 ulemas suníes de todo el mundo denunciaron las atrocidades del Estado Islámico, a través de una carta dirigia hacia su autoproblamado califa Abubaker al Bagdadi. En el texto, los líderes musulmanes le recordaban que el Islam prohíbe “matar a inocentes, diplomáticos, periodistas y trabajadores humanitarios”, entre otros y que la religión no permite “dañar o maltratar” a los cristianos o fieles a credos monoteístas, como los yazidíes, uno de los colectivos de musulmanes blanco de los ataques de los terroristas.

En la carta, los ulemas reprochan además que los yihadistas de Estado Islámico hayan destruido algunos lugares de culto sagrados, como varios monumentos chiíes en el norte de Irak. Además, recuerdan al dirigente la prohibición de declarar un califato sin consenso entre todo el colectivo de musulmanes.

El líder de la Comunidad Musulmana Ahmadía condena los ataques de París y reza por las víctimas

El líder mundial de la Comunidad Musulmana Ahmadía, Quinto Jalifa, Su Santidad, Hazrat Mirza Masrur Ahmad ha condenado los ataques terroristas de la noche de ayer en París. En su declaración desde Londres, Su Santidad, Hazrat Mirza Masrur Ahmad dijo:

“En nombre de la Comunidad Musulmana Ahmadía Internacional, quisiera expresar mis más sentidas condolencias y pésame a la nación francesa, a sus ciudadanos y a su Gobierno por los ataques atroces que han tenido lugar en París. Esta agresión brutal e inhumana sólo puede ser condenada de la forma más contundente posible.

También me gustaría reiterar de nuevo que todas las formas de terrorismo y extremismo están absolutamente en contra de las verdaderas enseñanzas del Islam. El Sagrado Corán declara que asesinar siquiera a una sola persona es semejante a asesinar a toda la humanidad. Por tanto, bajo ninguna circunstancia puede justificarse el asesinato; y aquellos que tratan de justificar sus actos llenos de odio en nombre del Islam consiguen sólo difamarlo de la peor manera posible.

Nuestras condolencias y oraciones están con las víctimas de estos ataques y con todos aquellos que han sido afligidos o afectados de cualquier manera. Que Dios Todopoderoso les conceda paciencia. Rezo y deseo que los perpetradores de este acto cruel sean llevados rápidamente ante la justicia.”


#NotinMyName: El Islam, contra la masacre de E.I. en París

Miles de musulmanes en todo el mundo han clamado en contra de estos actos terroristas y han mostrado su repulsa en las redes sociales bajo el hashtag #NotinMyName (‘no en mi nombre’). Esta etiqueta para las redes sociales ha aglutinado a una gran cantidad de personas de este religión que han compartido mensajes condenatorios en su extremo. Cabe recordar que no es la primera vez que se lanza esta campaña: cada vez que un grupo yihadista perpetra algún acto terrorista “en nombre de Alá” miles de musulmanes la emplean para dejar clara su postura. Entre otros mensajes podemos leer: “Porque es totalmente antiislámico” o “El sistema con Dios es hacer la paz y la rendición pacífica (Corán)”.

“El que mata a un inocente, es como si hubiera matado a toda la humanidad”, tuiteó Shehnaz Khan, una periodista que reside en Londres. Shehnaz Khan fue una de las muchas personas para compartieron este versículo del Corán. Muy lamentablemente cuando ocurre este tipo de ataques, los musulmanes son víctimas de generalización y racismo por el simple hecho de profesar su religión, aunque no tengan absolutamente nada que ver con los atentados, aseguro un musulman.

Filisteo Ayad, una feminista musulmana dijo a CNN: “No veo al Estado Islámico como musulmán. Veo terroristas cuando miro a ISIS”.”Para mí el terror no conoce la religión. Ellos recogen y seleccionan aspectos de la religión y la distorsionan a su antojo, con el fin de justificar sus acciones que son injustificables”, agregó. Estas personas musulmanas como muchos más en el mundo esperan que la campaña #NotInMyName ayude a eliminar ‘la islamofobia’ de la cultura occidental.


Islam no es terrorismo

Desde que un grupo de terroristas masacraron a más de un centenar de personas en París, el islam volvió ser cuestionado por los defensores de los valores occidentales. Es necesario recordarles a estos profetas de la paz judeo-cristiana que ningún Dios tuvo la culpa de la masacre de Francia. Leer el Corán no implica empuñar un arma. La locura de los fanáticos que gritaban “Alá es grande” mientras disparaban, no convierte en asesinos a los que rezan en dirección a La Meca. La islamofobia desatada por los atentados del viernes pasado recuerda el odio hacia los musulmanes tras los atentados a las Torres Gemelas en Estados Unidos, cuando solo el fascismo se vio beneficiado. Nada aprendió la humanidad de ese retroceso, la locura ahora se repite en Europa.

“El 11 de septiembre de 2001, día en que Al Qaeda secuestró los aviones con el fin de atacar a Estados Unidos, intentó secuestrar también el mensaje de mi religión, la religión del islam. Al hacerlo, los fundamentalistas encendieron la gran batalla, algunos la han llamado guerra global, del nuevo milenio. El asesinato de tres mil personas inocentes en nombre de la yihad no es sólo la antítesis de los valores del mundo civilizado, sino también de los preceptos del islam mismo”. Las palabras de Benazir Bhutto reflejan lo que muchos musulmanes sintieron tras el golpe macabro al World Trade Center: los atacantes eran “fanáticos” que “secuestraron al islam”. Alá no tiene la culpa de que le recen esos bárbaros.

Bhutto escribió esas palabras en Reconciliación. El islam, la democracia y el mundo occidental, un trabajo que fue publicado en 2008, muy pocos días después de que la autora falleciera en un atentado cuando buscaba convertirse en primera ministra de Pakistán, el mayor país musulmán del mundo, tras regresar del exilio obligado luego de que los terrroristas la amenazaran de muerte.

El rechazo contra el islam ha logrado sus frutos. En la actualidad, son muchas las personas que consideran que se trata de una religión violenta, que interpreta la “guerra santa” como algo glorioso y que desde las propias páginas del Corán se realiza un llamamiento a la realización de actos terroristas. Nada de esto puede ser cierto en un texto de sagradas escrituras, tan trascendente y espiritual como la Biblia o la Torá. Pero no debe ser muy agradable para un musulmán confesar su fe en muchas partes del mundo occidental, que fue construido, paradójicamente, sobre el pilar de la libertad de culto, de ideas y de expresión.

El Corán no habla de muerte. De hecho, confiere un valor superior a la vida, como todos los principales libros de las religiones monoteístas. “Y reanudaron ambos la marcha, hasta que encontraron a un muchacho y lo mató. Dijo: ‘¿Has matado a una persona inocente que no había matado a nadie? ¡Has hecho algo horroroso!”, dice, textualmente, el Corán. Y también allí se advierte: “Todos los hijos del Libro han sufrido a manos de aquellos que han querido usar la fuerza en nombre de Dios, a fin de lograr objetivos políticos”.

Los últimos Premios Nobel de la Paz fueron otorgados a islámicos. Este año, lo ganó el Cuarteto por la Paz de Túnez por su decisiva contribución a la construcción de una democracia plural tunecina, tras la Revolución de los Jazmines, en lo que representó el mayor éxito de la Primavera Arabe. El de 2014 fue otorgado a la paquistaní Malala Yousafzai, la joven a la que los talibanes dispararon a la cabeza en 2012 por defender la escolarización de las mujeres. “Los niños deben ir a la escuela y no ser explotados”, dijo Malala en Oslo cuando recibió su galardón. Mientras que en 2011 lo ganó la yemení Tawakkul Karman, valiente periodista, política y militante musulmana por la defensa de los derechos humanos en el mundo árabe.

La designación irreflexiva del islam como “nuevo enemigo” prefigura la ignorancia de los preconceptos, la sinrazón del temor y el desatino de la soberbia imperialista de crearse culturalmente superior. Sin atender que el islam ha participado de la emergencia del mundo occidental moderno, tal como lo afirmó el gran intelectual francés Jacques Derrida, en una de sus últimas conferencias realizada en 2003, poco tiempo antes de su muerte.

Derrida, que nació en el país islámico de Argelia durante la ocupación francesa, lo explicó en esa conferencia que buscó promover el diálogo intercultural y se publicó en el libro Islam y Occidente, encuentro con Jacques Derrida. “La herencia que recibí de Argelia es algo que probablemente haya inspirado mi trabajo filosófico. Todo el trabajo que desarrollé, respecto del pensamiento filosófico europeo, occidental, como suele decirse, greco-europeo, las preguntas que me vi llevado a plantear desde cierto margen, desde cierta exterioridad, sin duda no habrían sido posibles si, en mi historia personal, no hubiese sido una suerte de hijo del margen de Europa, del Mediterráneo, que no era ni simplemente africano, y que pasó su tiempo viajando de una cultura a la otra”, sostuvo el pensador francés.

Derrida, quizá el más influyente filósofo contemporáneo, catalogado por algunos autores como el nuevo Kant y por otros como el sucesor de Nietzsche, rescató su pensamiento de la deconstrucción en el marco de su formación dentro del mundo musulmán. Al islam se lo debemos.


En defensa de la Yihad

Con lo acontecido en Francia se pone nuevamente sobre la palestra el papel claramente nocivo de algunos fundamentalismos religiosos, los cuales acostumbramos a señalar sin comprender. Partiendo de ello, uno de los conceptos menos comprendidos por los musulmanes y los no musulmanes es el de yihad. En nuestro argot popular, este término –y de hecho todo lo que esté relacionado con el islam- lo hemos comprendido en términos de terrorismo; nada más alejado de su verdadero significado y de lo deseado por el profeta cuando decidió acuñar tal término en el sagrado libro: el Corán.

A diferencia del cristianismo, que es la religión de un hombre, Jesús, el islam es la religión del libro. El Corán es el fundamento de la fe musulmana y a éste buscan obedecer con ferviente celo los creyentes, celo que en ocasiones puede ser exagerado o mal comprendido. Lo que sí tienen en común ambas religiones es que cuentan en sus filas con fanáticos que suelen apelar a textos sacados de contexto para justificar atrocidades o exabruptos que contradicen de plano los deseos de los fundadores de ambas confesiones religiosas. Por ejemplo: en el cristianismo se apela al mito de la creación consignado en génesis (Varón y Hembra los creó) o al texto de leyes levíticas (Un hombre no yacerá con un hombre, pues es abominación)  para justificar una homofobia disfrazada de apasionada fe. Si tales situaciones se presentan en la religión del amor y la compasión, es apenas lógico que se presenten en otras confesiones, como en el islam, donde Yihad ha llegado a tener una connotación tan negativa en la actualidad.

Veamos, pues, el término. Yihad es una palabra árabe, derivada del verbo yahada, que significa “esforzarse”.  Como nos aclara Ali Reza: “Existen dos tipos de Yihad: la primera y más importante es la gran Yihad, que consiste en el gran esfuerzo del creyente por buscar la sabiduría, aquí la Yihad es adoración, meditación, sacrificio. El segundo tipo de esfuerzo es el de las luchas pequeñas, los pequeños esfuerzos. Esta clase de Yihad es la que ha sido deformada y tergiversada en occidente”

La yihad no es, por tanto, una guerra santa. Es una obligación del musulmán de defender con fervor su fe primeramente de sí mismo; pues como afirma el santo Profeta: “la yihad más grande es la conquista del ego”. Tal conquista, tal lucha por la fe no se da necesariamente a través de la violencia, pues el Corán considera, al igual que el evangelio cristiano y contrario a la extrema derecha colombiana, que la paz es sin duda la cúspide de la realización de la sociedad. Sin embargo, nosotros consideramos que el islam es la religión del terror, de las inmolaciones fanáticas, y no es así. De hecho, en occidente solemos pensar que el islam se ha impuesto a través de la espada y la coacción, lo cual es igualmente falso; el santo profeta Mahoma jamás quiso la coacción en la religión. Y al igual que en el judaísmo (del cual descendemos los cristianos) el Profeta señalaba que la única violencia permitida era con fines defensivos, recordando siempre las palabras del Corán: Alá no ama a los agresores.

El islam es, por tanto, una religión de paz, aunque conserven en su mentalidad la necesidad de luchar por defender su fe, como la poseemos todos los que creemos en distintas confesiones. Sin embargo, en nuestra mentalidad occidental  es difícil la comprensión de algunos presupuestos musulmanes, y viceversa.

Históricamente, si los musulmanes atacaron, es porque fueron atacados primero, obedeciendo al concepto de yihad como defensa de la propia fe. Cuando en tiempos de las cruzadas los cristianos consideraban su sagrado deber proteger las tierras consideradas santas, los musulmanes consideraban su deber proteger su fe. En toda confesión religiosa han existido personajes que consideran que la violencia es la única manera de proteger y defender sus creencias; es el caso, guardadas las debidas proporciones, del padre Camilo Torres, quien consideraba que “si Jesús viviera, sería guerrillero” a sabiendas de que hablaba del profeta del amor, de un pacifista a ultranza. Pero no por tales desaciertos puede juzgarse a una confesión religiosa en sí; lo que sí es condenable es el fanatismo religioso que produce todo tipo de víctimas y continúa siendo una afrenta para los verdaderos creyentes; no podemos obviar el hecho de que en todas las confesiones religiosas existen fanatismos indebidos. La Yihad más necesaria en la actualidad es en contra de tales fanatismos generadores de víctimas. Por último, nuestro amor y comprensión para con los musulmanes, nuestros hermanos en Abraham.

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