Cuando uno es movido por la fuerza de la Resurrección de Jesús, comienza a amar la vida de una manera diferente y comienza a entender a Dios de una manera nueva, como un Dios «apasionado por la vida» de las personas y los pueblos.
Tal vez nunca la humanidad, amenazada de muerte desde tantos frentes y por tantos peligros que ella misma ha desencadenado, haya necesitado tanto como hoy de hombres y mujeres comprometidos incondicionalmente y de manera radical en la defensa de la vida. Necesitamos orientar decididamente nuestras energías hacia la vida, animados por la fe en el Resucitado, superando cobardías, perezas, desgastes y cansancios que nos pueden encerrar en una muerte anticipada.
La «pasión por la vida» propia de las personas que creen en la Resurrección, debe impulsarnos a hacernos presentes allí donde «se produce muerte», para luchar con todas nuestras fuerzas frente a cualquier ataque a la vida.
El Señor está vivo y quiere que lo busquemos entre los vivos
FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN