Compartimos un artículo que ha aparecido hoy en el diario «La vos de Galicia» en el que se recoge el trabajo y experiencia misionera que nuestro compañero XoánCar lleva realizando como LMC en Brasil desde hace 19 años.
Xoán Carlos Sánchez Couto, ingeniero agrónomo, dejó hace 19 años su barrio de San Pedro, y se fue «solo» a un pueblo del norte de Brasil, llamado Maranhao, para poner en marcha una escuela agrícola que «ofrece formación para sacar un mejor rendimiento a las explotaciones locales, sin abandonar el respeto a la naturaleza y al medio ambiente». Sus sueños fueron cumpliéndose y poco a poco, destaca, «se van consiguiendo pequeños éxitos, que ofrecen nuevas oportunidades a las personas». Su experiencia en Brasil, y sus conocimientos sobre las consecuencias de la implantación de grandes empresas mineras en la zona, fue objeto ayer de una conferencia en la Facultade de Filosofía, organizada por Enlázate por la Justicia y la USC, junto a otras entidades como Manos Unidas y Redes.
La primera vez que su familia gallega llegó a Maranhao «respiró tranquila», porque pensaban que era un sitio inhóspito y peligroso, pero encontraron «unas personas que están dispuestas a ayudar y a compartir lo que tienen. Son humildes y pobres, pero son gente agradecida y hospitalaria. Son buena gente, que se convirtió en mi familia». Explica Sánchez que ese pueblo «nada tiene que ver con la imagen que se tiene de Brasil en España. No tiene nada que ver con Copacabana», asegura. Cuando llegó, hace 19 años, «el 60 % de la población del rural se iba a la ciudad, y ahora el porcentaje se invierte. El 60 % se queda en el rural, y tiene unas explotaciones agrícolas más modernas, pero son respetuosas con el medio ambiente». Pese al avance, «queda mucho por hacer. Allí también tenemos una mina a cielo abierto, de hierro, que dicen que es la más grande del mundo, y que tiene un ferrocarril con 900 kilómetros de vía que saca el hierro para ser cargado hacia China». Subraya que el 95 % del hierro se exporta al gigante asiático. «El discurso de las grandes empresas sobre su creación de empleo sabemos bien allí que es falso. Cuando dicen que crearán 1.000 empleos, se quedan en 300, y luego alegan que eran indirectos, pero no es así. El apoyo a la economía local genera un empleo seguro y que deja la riqueza en la zona. La empresa de la mina, Vale, tiene su sede fiscal en un pequeño pueblo suizo de 1.200 habitantes». Sánchez sostiene que la situación tiene su paralelismo con «la mina de Touro. Y aunque no conozco en detalle el proyecto, deberían estar atentos. Todo está conectado en este mundo».
Sánchez Couto considera que para «plantarle cara a las grandes firmas es necesario trabajar con sumo cuidado y buscar los pequeños resquicios que hay en las leyes para proteger los intereses y derechos de las personas».
Xoán Carlos Sánchez tiene en marcha el proyecto «Justicia nos Trilhos (vías), con el que trabajamos en cuatro zonas afectadas por empresas mineras en Perú, Argentina, Colombia y Brasil, y con el que queremos plantarles cara y conseguir la garantía de derechos mínimos. Qué menos que el derecho a ir y venir, el derecho a acceder a sus propiedades con garantías de seguridad».
Este proyecto cuenta con financiación de la Unión Europea, lo que deja ver «las dos caras de Europa. Por un lado, ayudan a las economías locales y financian proyectos para avanzar en sus derechos; y por otro lado, se benefician de la explotación de esas regiones. Las grandes fortunas están en manos de europeos. Aunque también es cierto que aquí también hay grandes capitales de Brasil. Todo está conectado e interrelacionado».
SANTIAGO / LA VOZ