Así como llamó Dios a los pastores, también nos llama a nosotros, porque nos ama. Y, en las noches de la vida, a nosotros como a ellos nos dice: “No temáis”. ¡Ánimo, no hay que perder la confianza, no hay que perder la esperanza, no hay que pensar que amar es tiempo perdido! Acojamos el don que es Jesús, para luego transformarnos en don como Jesús.