“En este tiempo de pandemia, ante la tentación de enmascarar y justificar la indiferencia y la apatía en nombre del sano distanciamiento social, urge la misión de la compasión capaz de hacer de la necesaria distancia un lugar de encuentro, de cuidado y de promoción”. El Papa Francisco ha hecho un llamamiento al cuidado, y al servicio de los más pobres y descartados, en su mensaje para el Domund, que acaba de hacerse público.
“No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído”, es el lema de la Jornada Mundial de las Misiones, que se celebrará en octubre. En su mensajes, Bergoglio constata que, en los tiempos de coronavirus, “urgen misioneros de esperanza que, ungidos por el Señor, sean capaces de recordar proféticamente que nadie se salva por sí solo”.
Y hacerlo como pidió Cristo a los apóstoles: “Salgan al cruce de los caminos e inviten a todos los que encuentren”. Porque, afirma el Papa, “nadie es ajeno, nadie puede sentirse extraño o lejano a este amor de compasión”. Tampoco, al dolor.
“Con Jesús hemos visto, oído y palpado que las cosas pueden ser diferentes”, insiste el Papa, que añade que el Resucitado inauguró “tiempos nuevos que suscitan una fe capaz de impulsar iniciativas y forjar comunidades a partir de hombres y mujeres que aprenden a hacerse cargo de la fragilidad propia y la de los demás, promoviendo la fraternidad y la amistad social”.
Resistencias internas y externas
“Los tiempos no eran fáciles -recuerda el Pontífice-; los primeros cristianos comenzaron su vida de fe en un ambiente hostil y complicado. Historias de postergaciones y encierros se cruzaban con resistencias internas y externas que parecían contradecir y hasta negar lo que habían visto y oído; pero eso, lejos de ser una dificultad u obstáculo que los llevara a replegarse o ensimismarse, los impulsó a transformar todos los inconvenientes, contradicciones y dificultades en una oportunidad para la misión”.
Como entonces, “tampoco es fácil el momento actual de nuestra historia”. Así, “la situación de la pandemia evidenció y amplificó el dolor, la soledad, la pobreza y las injusticias que ya tantos padecían y puso al descubierto nuestras falsas seguridades y las fragmentaciones y polarizaciones que silenciosamente nos laceran”.
“Los más frágiles y vulnerables experimentaron aún más su vulnerabilidad y fragilidad. Hemos experimentado el desánimo, el desencanto, el cansancio, y hasta la amargura conformista y desesperanzadora pudo apoderarse de nuestras miradas”, recalca Francisco, quien recuerda que “nosotros «no nos anunciamos a nosotros mismos, sino a Jesús como Cristo y Señor, pues no somos más que servidores de ustedes por causa de Jesús»”.
«Jesús nos quiere vivos»
Es Jesús, y su Palabra, la que “nos redime y nos salva de las excusas que llevan a encerrarnos en el más vil de los escepticismos: ‘todo da igual, nada va a cambiar’”. La respuesta está en Jesús, que “nos quiere también vivos, fraternos y capaces de hospedar y compartir esta esperanza”.
“En el contexto actual urgen misioneros de esperanza que, ungidos por el Señor, sean capaces de recordar proféticamente que nadie se salva por sí solo”, recuerda. Porque “los cristianos no podemos reservar al Señor para nosotros mismos: la misión evangelizadora de la Iglesia expresa su implicación total y pública en la transformación del mundo y en la custodia de la creación”.
“En la Jornada Mundial de las Misiones, que se celebra cada año el tercer domingo de octubre, recordamos agradecidamente a todas esas personas que, con su testimonio de vida, nos ayudan a renovar nuestro compromiso bautismal de ser apóstoles generosos y alegres del Evangelio. Recordamos especialmente a quienes fueron capaces de ponerse en camino, dejar su tierra y sus hogares para que el Evangelio pueda alcanzar sin demoras y sin miedos esos rincones de pueblos y ciudades donde tantas vidas se encuentran sedientas de bendición”, finaliza el Papa, quien sostiene que “hoy, Jesús necesita corazones que sean capaces de vivir su vocación como una verdadera historia de amor, que les haga salir a las periferias del mundo y convertirse en mensajeros e instrumentos de compasión”. (Jesús Bastante. http://www.religiondigital.org)