Idas y venidas a la misión

El verano siempre nos ofrece la oportunidad perfecta para viajar, y este año ha sido el momento ideal para darle la bienvenida a Giulia, una misionera italiana que llegó el 23 de junio con la ilusión de comenzar su misión en Kenia. Nuestra comunidad de Laicos Misioneros Combonianos en Kenia sigue creciendo, y nos llena de alegría recibir a nuevos miembros como ella. Juntos, compartiremos el compromiso de construir una sociedad más justa y compasiva, guiados por el espíritu comboniano.

Por otro lado, nuestras queridas compañeras Tere (LMC de España) y Elia (LMC de Portugal) han regresado a sus países de origen desde Mongoumba (Rep. Centroafricana) para disfrutar de un merecido descanso y recargar energías.

¡Bienvenidas de nuevo, y gracias por todo lo que han aportado con su dedicación misionera!

LA ESPERANZA ES UN CORAZÓN TRASPASADO

«El mundo puede cambiar desde el corazón–
Nuestras comunidades sólo desde el corazón lograrán unir sus inteligencias y voluntades diversas y pacificarlas para que el Espíritu nos guíe como red de hermanos, ya que pacificar también es tarea del corazón. El Corazón de Cristo es éxtasis, es salida, es donación, es encuentro. En él nos volvemos capaces de relacionarnos de un modo sano y feliz, y de construir en este mundo el Reino de amor y de justicia. Nuestro corazón unido al de Cristo es capaz de este milagro social»
(Dilexit nos, 28).

Queridos hermanos,
En la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús de este año, queremos hacernos “peregrinos de la esperanza”: un título que resume el corazón de nuestra vocación comboniana.
El Corazón de Jesús -del que nos enorgullecemos de ser ”hijos” – nos habla de un amor que es a la vez don gratuito y fuerza dinámica, capaz de transformar nuestra vida y nuestras comunidades.
La Palabra de Dios nos dice que el amor de Dios es derramado en nuestros corazones
por el Espíritu Santo (Rom 5,5). La esperanza – que es también el mensaje central del Jubileo 2025 –
nace del amor y se basa en el amor que brota del Corazón de Jesús traspasado en la Cruz: «Porque si
siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más ahora que
estamos reconciliados, seremos salvados por su vida» (Rom 5,10).

Es este amor el que nos hace misioneros: no una opción externa, sino una fuerza interior que
sostiene nuestro servicio. Estamos llamados a tomarnos a pecho el sufrimiento de los demás, a compartir el pan de la esperanza con los pobres, los enfermos, los excluidos. Cuando el mundo parece
abrumado por la guerra, la injusticia, el cambio climático o la indiferencia, el Corazón de Jesús nos
recuerda que la verdadera revolución parte del corazón de los que creen.

San Daniel Comboni vio en el Corazón traspasado de Cristo la fuente de su compromiso por
África. En la «llama divina» que calienta el corazón del apóstol encontramos el modelo del misionero:
humilde en acoger la guía del Espíritu, valiente en proponer la Buena Nueva, generoso en dejar todo
«miserable interés humano» para abrazar a toda la humanidad y hacer «causa común» con toda persona marginada (cf. Escritos, 2742-2753).

Ser “peregrinos de la esperanza” no es un título de apariencia, sino un camino permanente. La
esperanza que no quedará defraudada (cf. Rm 5,5) se renueva cada día en la mirada de quien encuentra
al Señor en los hermanos. Incluso en las grandes crisis – guerras que no terminan, hambre, migraciones forzosas, crisis medioambiental – podemos cultivar ternura, construir puentes, acoger al otro como
un don.

Los símbolos del agua y de la sangre que brotan del costado de Cristo (Jn 19,34) recuerdan el
Bautismo y la Eucaristía, los sacramentos que dan forma a la Iglesia. De este Corazón traspasado
nace una más amplia familia a la que estamos unidos. En el misterio pascual encontramos la fuerza
para renovar nuestro compromiso: «El que tenga sed, que venga a mí y beba… de su seno brotarán
manantiales de agua viva» (Jn 7,37-39).

Como Santo Tomás, que al tocar las llagas de Cristo exclamó: «¡Señor mío y Dios mío!» (Jn
20,28), también nosotros estamos llamados a ir más allá de nuestra capacidad humana. La debilidad
se convierte en fuerza cuando es atravesada por el amor redentor. Esta experiencia kerigmática – primera, única y fundante – es la raíz del anuncio comboniano.

Vivimos en una época marcada por las divisiones y los miedos. Crecen los nacionalismos, se
construyen muros, se criminaliza a los emigrantes. Sin embargo, el Corazón de Jesús nos enseña a
tejer lazos fraternos, a reconocer la dignidad de cada persona y a cuidar la creación. Esto no es una
utopía: es el camino concreto de la caridad que transforma.

Este Corazón no es un concepto abstracto, sino una realidad que hay que vivir. Nos invita a
opciones radicales en favor de los «más pobres y abandonados», a la corresponsabilidad, a una fraternidad que se convierte en signo de una nueva humanidad. Cada gesto de acogida, cada proyecto
de desarrollo integral, cada oración de intercesión parte de ese Corazón y vuelve a él.

Dejémonos guiar por las “razones de esperanza” que brotan del Corazón de Jesús para aceptar
con confianza la tarea de “peregrinos de la esperanza”, capaces de vivir el futuro como promesa y de
realizarlo como nueva fraternidad.

El gran poeta y ensayista francés Charles Péguy escribió: «La fe que amo más – dice Dios – es la
esperanza. La esperanza es desacostumbrarse… no caer en la costumbre». Estamos llamados a mantener vivo el asombro, a no dar por sentado el camino de la fe. Animadas por el Espíritu, nuestras
comunidades se convierten en lugares de renacimiento, donde cada uno encuentra un nuevo sentido
a su vida. Nuestra esperanza está en el Corazón de Jesús. De Él aprendemos a construir relaciones
sanas y felices, y a contribuir al nacimiento de un Reino de amor y justicia.

Queridos hermanos, el Corazón de Jesús es fuente inagotable de amor y de esperanza. Seamos
sus custodios, testigos y trabajadores incansables. Que esta fiesta reavive en nosotros el deseo de ser
peregrinos de esperanza, capaces de construir la fraternidad y la justicia, hasta que podamos celebrar
juntos el banquete del Reino.
¡Feliz fiesta del Sagrado Corazón!

Unidos en la oración y el servicio,
El Consejo General
Roma, 1 de junio de 2025, 158º Aniversario de la Fundación del Instituto

A la escucha de Comboni

En cada paso de su vida misionera, Comboni se dejó cautivar por un amor que lo trascendía todo: el amor del Corazón de Jesús. Un amor tan profundo que no sólo transforma, sino que impulsa a la entrega total, a la donación sin reservas. Comboni entendió que seguir a Cristo era un compromiso radical de ser uno con Él.

MIRAR LA REALIDAD CON OJOS ABIERTOS

“Solidaridad y caridad: una mirada interconectada desde la fe y la humanidad” fue el lema del último encuentro de ComboJoven este año pastoral 2024/25.

Del 6 al 8 de junio de 2025, la comunidad de los misioneros combonianos de Granada acogió el 9º encuentro de ComboJoven. El lema, “Solidaridad y caridad»: una mirada interconectada desde la fe y la humanidad” nos interpeló profundamente durante un fin de semana lleno de vida, reflexión y compromiso donde, más que hablar, intentamos mirar y escuchar.

Desde el inicio, el ambiente nos empujó a pensar más allá de nuestras propias realidades. La solidaridad y la caridad dejaron de ser conceptos abstractos para convertirse en experiencias vivas, encarnadas. Descubrimos que no vivimos solos. Estamos conectados, no solo por redes o economía, sino por algo mucho más profundo: la humanidad compartida. Y esa conexión exige responsabilidad.

La solidaridad es un valor humano universal presente en todas las culturas y tradiciones más allá de la fe. Sin embargo, como cristianos, comprendimos que la caridad es el corazón de nuestra misión. No se trata solo de ayudar, sino de amar con gestos concretos, de cuidar, de estar. De hacernos cargo del otro, como hizo Jesús.

Uno de los momentos más impactantes fue recordar a misioneros como el P. José Javier Parladé, quien permaneció en Sudán tantos años, incluso en situaciones de violencia cuando muchos otros se fueron. Cuando en abril de 2023 estalló el actual conflicto en Sudán tuvo que ser evacuado porque apenas tenía movilidad. Él repetía: “No puedo abandonar a esta gente” y esta frase nos atravesó: caridad es quedarse, es amar hasta el final.

Guiados por la carta del papa Francisco “La esperanza no defrauda nunca» y su encíclica «Fratelli Tutti” descubrimos cinco dimensiones de la caridad: Caridad como alma de la misión, como misericordia concreta, como compromiso con los pobres, como testimonio de fe y como actitud cotidiana. Entendimos que cuidar de los otros, incluso del medio ambiente, también es caridad. Porque cuidar la casa común es cuidar a los más frágiles.

Pero también miramos la realidad con ojos abiertos, sin filtros. Escuchamos cifras de guerra, hambre, migración, exclusión y dolor. Duele, pero no podemos mirar hacia otro lado porque nuestra fe no nos permite ser indiferentes. El Evangelio nos llama a estar presentes. A ser esa diferencia. A mirar como Jesús mira.

Durante el encuentro, reconocimos que abrir los ojos no es fácil. Se necesita conversión. Se necesita dejar que nuestra mirada sea transformada. Y para eso, la mejor escuela es el encuentro con el otro. La experiencia concreta que hicimos en el proyecto “Calor y Café” fue clave. Esta asociación asiste a personas pobres y necesitadas ofreciendo comida, duchas, reparto de comida y lavandería. Nosotros no fuimos a “dar cosas”, fuimos a estar. Estar con personas que viven en la calle, escuchar, conversar, compartir silencios, soportar incluso gritos. Porque en ese estar se manifiesta la misericordia. No como lástima, sino como reconocimiento mutuo de dignidad. La lección fue clara: la gente necesita ser escuchada más que asistida. Necesitan calor humano, no solo café caliente. Y muchas veces, nuestras ganas de servir pueden hacernos olvidar eso.

Terminamos el encuentro con un llamado fuerte a ser “hombres y mujeres de Pascua”, señales vivas de resurrección. Aunque no podamos cambiar el mundo entero, sí podemos ser presencia de alegría, esperanza y ternura allí donde estamos. En cada gesto. En cada día. Con lo que somos y tenemos. Sin esperar a tener más.

Una pregunta que nos planteamos fue: ¿Cómo podemos responder a tantas situaciones? Sí, la realidad nos sobrepasa, pero la esperanza no puede anestesiarse. Debemos mantenernos lúcidos, atentos, y comprometidos. El mundo necesita testigos. Gente que no abandona. Gente que se queda. Gente que se entrega. Como decía San Daniel Comboni: “Salvar África con África.” Hoy podríamos decir: “Salvar el mundo con humanidad.”

El último encuentro de ComboJoven del año 2024/25 nos dejó este mensaje grabado en nuestros corazones: “Salvar el mundo con humanidad, mirar como Jesús y quedarse, incluso cuando todo empuja a huir.” Es tiempo de actuar, de amar sin límites. De transformar los viernes santos de tantas personas en Pascuas vividas.

Por Justus Oseko

77 Semana Española de Misionología

Con el lema “Misioneros de la Esperanza”, del 1 al 4 de julio tendrá lugar la Semana Española de Misionología de Burgos. Se trata del foro de reflexión misionera con más tradición de Europa que este año llega a su 77 edición.

La Semana Española de Misionología de Burgos lleva celebrándose ininterrumpidamente desde 1947, marcando el devenir misionero de la Iglesia española y afrontando los temas más importantes que rodean la misión y sus fundamentos. Todo ello muy unido siempre a la reflexión sobre la actualidad de la Iglesia; de ahí, su reflexión sobre el año jubilar bajo la perspectiva de la misión. Se trata de un encuentro de formación misionera en el que misioneros, responsables de la animación misionera y personas interesadas por la misión tienen la oportunidad de profundizar en el estudio de temas actuales de Misionología. Esta semana de formación misionera ha sido siempre una oportunidad para que los responsables de la pastoral misionera puedan actualizarse en la Teología de la misión, compartir experiencias y renovar el entusiasmo por la animación misionera.

La Semana de este año articula el “Misioneros de la Esperanza” del lema en tres “secciones”, una por cada jornada completa de la misma: “Palabras de Esperanza”, “Caminos de Esperanza”, y “Anclados en la Esperanza”.

Programa e inscripción