La Casa General MCCJ en Roma acogió el 10 de septiembre un encuentro de reflexión sobre la campaña de desinversión en la industria minera llevada a cabo por el movimiento ecuménico latinoamericano Iglesias y Minería.

Esta reflexión tuvo lugar al inicio del Tiempo de la Creación, en el que las iglesias cristianas se unen para celebrar la Creación y para actuar en la defensa de la Casa Común. La comunidad de Piquiá de Baixo, acompañada por LMC de Brasil, Portugal y España, es un claro ejemplo de comunidad víctima de los abusos de la mega minería.
El moderador de este encuentro fue Guilherme Cavalli, delegado de esta campaña en Europa. La red Iglesias y Minería está compuesta por comunidades cristianas, equipos pastorales, institutos religiosos, grupos de reflexión teológica, laicos, obispos y pastores que tratan de responder a los desafíos del impacto ambiental y a las violaciones de los derechos sociales y medioambientales provocados por la actividad minera.
Esta campaña es una llamada a todas las instituciones eclesiásticas a revisar sus inversiones financieras en relación con las multinacionales que participan en la minería y que causan enormes daños ambientales, poniendo en peligro la vida de las poblaciones locales. Al encuentro participó también Carlos Ferrada, SVD, que compartió la experiencia de la familia del Verbo Divino y de cómo está revisando sus inversiones, abandonando los títulos vinculados a la industria minera.
Guilherme Cavalli mostró la metodología de trabajo de la campaña, fundada sobre cuatro pilares:
*Dar a conocer la realidad a partir de experiencias concretas de comunidades que han sufrido los efectos nefastos de la minería.
*Cuestionar la narrativa, desmontando mitos y falsas promesas de desarrollo por parte de estas compañías.
*Crear alianzas entre los que comparten la investigación y objetivos comunes.
*Desinvertir en las compañías que llevan a cabo actividades mineras nocivas.
«Es necesario buscar modelos económicos alternativos, más sostenibles, más amigables con la naturaleza, con un sólido apoyo espiritual», afirma el Documento final del Sínodo sobre la Amazonia (2019). El Papa Francisco, en Laudato Si’ nos recuerda que la crisis ecológica y la social están profundamente unidas. Este principio es particularmente válido para las actividades de extracción minera, debido a las cuales muchas poblaciones viven en lugares contaminados o se ven obligadas a buscar otros lugares para vivir, como ocurrió con Piquiá. Las grandes corporaciones se enriquecen a expensas de los sufrimientos de los más débiles que ven el deterioro de sus tierras y de su vida bajo la pesada huella de la contaminación.
FUENTE: MCCJ